Los Ángeles, Estados Unidos - Natación: 200 m y 4 x 100 m estilo libre

Cuando empecé a nadar a los 8 años, claramente no estaba planeado. Sucedió de forma natural. Ganas unas cuantas competiciones locales de jóvenes, luego el campeonato de Suiza "región francófona", luego los campeonatos suizos, luego tienes más hambre de victoria, y así hasta las pruebas suizas, donde tienes que estar listo el gran día para clasificarte.

Los Juegos Olímpicos son un poco diferentes de otras competiciones, como los Campeonatos de Suiza o de Europa, en el sentido de que reciben más atención de los medios de comunicación. El nivel de la competición es, por supuesto, mucho más alto. Además, no sólo se conoce a nadadores, sino también a atletas de otros deportes. Pasas de ver a Carl Lewis en la villa olímpica a hacer cola en la cafetería de la villa rodeado de un grupo de mujeres asiáticas más altas que tú, probablemente el equipo femenino chino de baloncesto o voleibol (yo mido 1,90, así que no es una situación que me resulte familiar).  

Para mí, competir al más alto nivel fue una afirmación de todas las vueltas y el trabajo duro, o dicho de otro modo, por el dolor. Fue una experiencia fabulosa, pero se siente alivio cuando se termina. En cierto sentido, puedes decir 'ya lo he hecho' y ahora puedo seguir adelante. Por supuesto que estoy orgulloso, pero imagino que nada comparado con lo orgullosos que están mis padres.

La transición de vuelta al "mundo real" no suele ser fácil para un deportista, dada la dedicación necesaria para competir a altos niveles. Yo tenía una familia y unos amigos que me apoyaban, y buenas oportunidades de empleo. Pero sabiendo lo difícil que puede ser, me he hecho miembro del consejo de una fundación que presta apoyo a atletas locales y prometedores, ya que en Suiza las ayudas económicas públicas son más bien escasas. Es mi manera de "devolver" parte de lo que el deporte me ha dado.